11.17.2016

Millenials y Generación Z y su apatía

Llegué un día a clase y les pregunté a los estudiantes si habían hecho las lecturas esperadas; era la pregunta clásica de cada semana, y la respuesta siempre era la misma: silencio. Repetí la pregunta, y de nuevo no hubo respuesta, si acaso un “no” tímido por aquí y por allá. Dos o tres manos se levantaron cuando pedí que levantará la mano quién hubiera leído algo. Sin más, les pedí (¿exigí?) a todos aquellos que no habían leído que recogieran sus cosas y se salieran del salón. Continuaría la clase sólo con aquellos que habían leído “algo”.

Eran tiempos diferentes pues ya no era yo profesor de tiempo completo. Sino que tenía otra responsabilidad y la clase que impartía era un complemento a mis actividades diarias. No lo hacía por razones monetarias, lo hacía por gusto. Por el gusto de la materia que impartía y por el gusto de dar clase. Esa clase, creo, fue la que peor impartí.

También eran tiempo diferentes para los alumnos. Casi todos los alumnos de ese día habían terminado prepa y comenzado la Universidad como marcan los cánones sociales. No eran más las generaciones de hace 10 años, cuando comencé a dar clases en la Universidad. Ya no eran aquellos alumnos que buscaban una segunda oportunidad en una Universidad nueva y sin prestigio. Ya no eran aquellos que sabían cómo era la vida laboral; que habían comenzado una carrera y la habían dejado trunca por un sin fin de razones; que habían sido rechazados de otras Universidades; que hacían sacrificios de todo tipo por continuar sus estudios. La mayoría de los alumnos de ese día eran de una situación económica, en general, mejor. Habían ingresado a la Universidad como primera opción, pues después de 10 años ésta ya tenía un prestigio ganado.

Conformé pasó el tiempo entre las generaciones, me di cuenta de otra cosa: la apatía crecía. Las ganas de aprender poco a poco se veían menos. Platicaba con los alumnos para saber que les gustaba, que les motivaba de lo que estudiaban. La mayoría no sabía. No había detalle, no había pasión. No había aprendizaje más allá de lo que se requería para pasar un examen. Y esa apatía era generalizada para la vida. No veía artistas, deportistas, hackers, filósofos, literatos, políticos, etc.
Aclaro, no fueron todos, pero sin la gran mayoría. Y me remito a los alumnos a los que les daba clase. Imposible generalizar más allá de ellos.

Mis puntos de comparación eran con las Universidades donde yo había sido estudiante: en México, Estados Unidos y Gran Bretaña. Otros tiempos, otras culturas y, puntos de vista muy parcial de acuerdo a lo que vi con ojos de estudiante. Y eso era algo que siempre me repetía: a lo mejor mi punto de vista no era el correcto y no hay derecho en comparar lo que hice y vi, con lo que hacen y veo de ellos.

Pero el momento que para mí marcó el punto crítico fue ese día que les pedí al 90% de estudiantes que salieran del salón. 30 de 33 alumnos abandonaron ese día el aula sin quejarse, sin decir nada. Agarraron sus cosas, se salieron y se quedaron a fuera. Punto.

No fue el hecho de no haber preparado la clase cómo yo esperaba que lo hicieran. Fue el hecho de no haber defendido sus derechos. No hubo propuestas, negociación, o enojo. Simplemente resignación.
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Ahora que Donald Trump ganó la presidencia de EUA, leí en un post de Facebook donde alguien publicaba, palabras más o menos: “Ahora todos son expertos y andan hablando sobre el triunfo de Trump”.

La política tiene acciones y consecuencias para todos. Seamos expertos o no. La democracia, cómo existe hoy, no exige un examen de conocimientos antes de emitir nuestro voto. No se requiere ser experto para vivir una decisión tomada por el gobierno. Para elegir al gobierno que tenemos lo hacemos en base a muchas razones, una pueda ser porque somos expertos en el tema, otra porque nos gusta la personalidad de la persona que nos pide el voto; y muchas otras. Pero la principal es la apatía.

No se necesita ser experto, y no se puede dejar la discusión nada más a los expertos. Todos tienen el derecho y la obligación de mostrar interés en aquellas fuerzas sociales que rigen nuestra vida. Lo único que no se puede tener es apatía.
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Si la apatía que yo vi de los Millenials y de la Generación Z en su formación académica, aquello a lo que se supone se quieran dedicar por el resto de sus vidas, es con la misma que enfrentan a la vida política se vuelve fácil entender porque las elecciones las ganan aquellos que conquistan el voto de las personas adultas, pero que sus decisiones implican directamente a los Millenials que no votaron.
Pasó en Brexit, pasó en EUA con Trump, y ha pasado un sin fin de ocasiones en México. Cambios a las leyes de jubilación y retiro que afectan a las generaciones que no votaron por apatía. Cambio a las leyes de educación que afectarán a los hijos de las generaciones que no votaron por apatía.
Una violencia que hoy nos desborda por decisiones políticas que se tomaron por personas elegidas por la apatía de hace 16 años.

No pueden seguir siendo apáticos. No es cierto que tienen que ser expertos, ni estar informados. Sólo tienen que dejar de ser apáticos, sólo tienen que mezclar sus pláticas de Xbox, PS4, películas y borracheras (supongo) con una descripción de lo que les pasa en su vida diaria, y una reflexión de porque estamos así. Desaterrar esa apatía, y las acciones llegarán en consecuencia.

Y no es la solución de Andrea Legarreta, de explicaciones fáciles entre un corte y el otro. Es simplemente dejar de ser apático. Es dejar de ser apáticos para exigirles a los medios dejar de dar noticias a medias y análisis parciales e incompletos; para exigirles a los maestros una mejor calidad de clases; para exigirles a sus compañeros más participación, más dedicación en los proyectos; para exigirle al funcionario público que haga su trabajo. Simplemente dejar la apatía.

Hoy México tiene el gobierno que se merece, y se lo merece por la apatía de la mayoría de los votantes jóvenes. Es hora de cambiarlo, si sólo dejamos esa apatía de lado.

10.11.2016

Bandido y Chipotle se mudan de México a Alemania

Muchas veces veo preguntas sobre traerse a las mascotas de México a Alemania, y siempre cuento mi experiencia, pero creo que es hora de tener una referencia a la que pueda mandar a la gente por omisión, luego en cada ocasión que la cuento se me olvida algo o le agrego demás. Voy a platicar mi experiencia de cómo fue lo que yo hice en 2015, no soy experto en la materia ni algo que haga seguido, pero lo hice una vez y creo que mi experiencia le puede ser de uso a alguien.

Mi familia se compone por miembros humanos y 2 perros chihuahua: Bandido y Chipotle. Ambos son hermanos y de la misma camada. A pesar de ser chihuahuas tienen dos características peculiares: son bastante calmados, y Bandido es el doble de tamaño de los otros chihuahuas. Pero ambos son chihuahuas, sus papas son los perros de mis papas y los conozco desde que tienen horas nacidos.

Cuando decidimos mudarnos a Alemania, era obvio que ellos se mudaban con nosotros, por lo que primero que hicimos fue checar en la página Web de la Embajada de Alemania en México los requisitos de importación de mascotas. Por si las dudas también revise la información de la Embajada de Alemania en los EUA. Aunque la verdad la información de la Embajada en México fue suficiente, y luego el problema es que entre más lee uno, más bolas se hace porque luego hay mucha información contradictoria. En general el proceso de exportación/importación es sencillo, y a los perros ya no los ponen en cuarentena cuando viajan a la Unión Europea.

Una vez revisados los requisitos de importación para Alemania, lo siguiente fue checar los requisitos para viajar en la aerolínea. Aún no teníamos boletos, entonces estábamos abiertos a cualquier opción. Para esto utilizamos dos sitios web principalmente: Bring Fido y Pets Welcome. Como mis perros eran lo suficientemente chiquitos, queríamos que los dos volaran junto con nosotros en la cabina del avión. Bandido estaba en el límite, pero si cabía, según mis cuentas, abajo del asiento.

Después de revisar la información, esto fue lo que hice:

  1. Comprar los transportadores para los perros, para Chipotle compramos un Snoozer Roller Mediano (nota: no cabría en el de tamaño pequeño, a pesar de ser un chihuahua pequeño) y para Bandido un Sherpa Original Deluxe Grande
  2. Platique con gente de aeropuertos y aerolíneas, informalmente. Me dijeron que si el transportador excedía las dimensiones, no había problema mientras no fueran de tapa de dura y lo pudiera meter debajo del asiento.
  3. Compre el chip válido para Europa, que según entiendo no es el mismo que para EUA. Me salió más barato y rápido comprarlo en EUA y que alguien me lo llevará, y que el veterinario lo pusiera.
  4. Bandido y Chipotle recibieron su vacuna contra la rabia.
  5. Yo salía desde San Luis Potosí, por lo que a fuerzas tenía que hacer escala en algún lado para salir del país. Revisando precios y condiciones, decidimos volar por Volaris a Cancun y luego a Alemania con AirBerlin. Según leímos, lo más fácil es hacer el menor número de escalas internacionales posibles, porque cada país tiene sus requerimientos para importar animales. En particular, teníamos que evitar pasar por Reino Unido, pues tiene una política demasiado restrictiva con perros. 
    1. Volaris sólo permite un perro por reservación y máximo dos en todo el vuelo, entonces partimos nuestra reservación en dos para que cada perro fuera con nosotros.
    2. En ambas aerolíneas, los perros tienen que ir en el asiento del lado de la ventana.
  6. Le pedimos al veterinario una cartilla internacional y una copia de su cédula profesional.
  7. Fuimos a la delegación de SAGARPA por un certificado de exportación/importación. El certificado únicamente tiene validez por unos días, 5 si mal no recuerdo, entonces nos lo dieron el día antes de volar. No importo que lo pidiéramos desde antes, nos dijeron que el día antes de volar nos lo daban. Nos avisaron que en el lugar de salida internacional, nos tenían que revisar la documentación.
  8. Como teníamos escala en Cancun, y Volaris y AirBerlin no tienen relación comercial, decidimos quedarnos un día en Cancun para que todos pudiéramos descansar. Nos quedamos en el Hotel Holiday Inn Arenas, que fue uno de dos que aceptaban mascotas. No podíamos quedarnos mucho tiempo pues el certificado de SAGARPA tenía validez limitada.
  9. El veterinario también nos dio una carta que nos pedían en el vuelo nacional.
Después de mucha preparación llego el día del vuelo:
  1. A los perros no les dimos de comer 12 antes de volar, pura agua, para que no se fueran a vomitar durante el trayecto.
  2. Con Volaris, lo que a ellos les importaba era el peso de cada transportador + mascota. No los midieron, solo los pesaron.
  3. Antes de volar Chipotle tuvo un ataque de nervios y no pudo caminar, el veterinario llego de último momento y le dio algo para el sistema nervioso, pero no le dio somnifero ni nada por el estilo. Los perros iban despiertos y completamente activos.
  4. Ambos perros llevaban una cobijita en su transportador.
  5. Durante el check-in pesaron el transportador con el perro adentro, y nos pidieron la carta del veterinario y la cartilla de vacunación.
  6. Después de hacer el check-in, ya nadie nos pidió nada sobre las mascotas y tomaron su lugar sin ningún problema. Durante el vuelo les dimos agua en un vaso, pero no estuvieron muy interesados y se fueron dormidos casi todo el vuelo (2 horas).
  7. Para pasar seguridad hay que cargar a los perros, y después ponerlos de nuevo en su transportador.

    El vuelo internacional

    1. Llegamos con mucho tiempo de anticipación al aeropuerto de Cancun, por si las dudas.
    2. En el mostrador de AirBerlin nos mandaron a la delegación de SAGARPA en el aeropuerto porque yo pregunte que teníamos que hacer. El certificado que nos dieron en San Luis Potosí necesitaba un sello, que ya nos habían avisado que lo ponían allá. Aunque la persona del mostrador pensaba  que necesitábamos toda la papelería.
    3. Salimos de la sala de espera a un costado del aeropuerto, donde desde un teléfono fijo hablamos a SAGARPA y unos 15 minutos después llego una señorita con el sello y se lo puso a los documentos. Nos dijo que también pudimos haber hecho toda la papelería en el aeropuerto, pero se tardaban más tiempo.
    4. Regresamos al mostrador de AirBerlin con el permiso sellado, y la verdad no lo checaron. Solo nos dijeron que después lo checaban, pero nadie lo hizo.
    5. En los transportadores otra vez llevaban una cobijita los perros.
    6. No les dimos de comer en 12 horas, pero si les dábamos agua y premios, para que tampoco tuvieran mucha hambre.
    7. Para pasar seguridad hay que cargar a los perros, y después ponerlos de nuevo en su transportador.
    8. Al abordar el avión los perros se durmieron, y así estuvieron durante todo el vuelo. No quisieron tomar agua ni comer.
    9. Al llegar Dusseldorf pasamos migración y aduanas sin ningún problema, nadie nos pidió papeles ni nada. Mejor nosotros fuimos a preguntar a la aduana, y se tardaron como media hora en atendernos. Pensaron que queríamos ponerle el chip a los perros, cuando nos entendimos, solo checaron el número de los chips y que tuvieran las vacunas. Pero si no los buscamos nosotros, nadie se entera porque tampoco nos dieron nada.
    10. Pasamos seguridad de nuevo con los perros cargando, y después los metimos a su transportador.
    11. En el último vuelo no nos preguntaron nada. De nuevo los perros se fueron dormidos.
    12. Llegando a Berlin sólo registramos a los perros y pagamos impuestos por ellos. Nos mandaron sus plaquitas y cada vez que salimos las tienen puestas. En teoría te pueden preguntar por ellas y darte una multa si no las tienes.
    13. Para el departamento nos pidieron un seguro de daños a terceros por los perros, por si ellos muerden a alguien en el edificio o rompen algo. 
    14. También se pueden contratar seguros por enfermedad, pero Chipotle y Bandido ya están grandes y no son asegurables.
    15. Cuando tenemos que salir y dejarlos, y no hay quien los cuide, usamos un servicio de cuidados de mascotas (Pawshake --- Sharing Economy!) que es más económico que dejarlos en hoteles profesionales.
    Y así fue toda la experiencia de su mudanza de país.



    Disfrutando de Cancun... y antes de conocer el  cruel invierno Aleman

    8.25.2016

    Sobre el plagio de EPN

    El domingo pasado, 21 de Agosto de 2016, Carmen Aristegui y su equipo de investigación dio a conocer que Enrique Peña Nieto, presidente de la República, había hecho plagio en su tesis para obtener el grado de licenciatura.

    La investigación se me hace bastante parcial, creo que se tuvo que haber entrevistado al Asesor de la Tesis, a Enrique Peña Nieto y los representantes de la Universidad Panamericana para conocer su versión del asunto. El hecho de revisar la tesis de licenciatura, las cuales normalmente son revisadas sólo por otros estudiantes que están haciendo tesis, muestra un caracter persecutorio por parte del equipo periodístico; eso no oculta el hecho, pero también pinta el perfil de Aristegui y su equipo.

    Dejando de lado ese aspecto, creo que el reportaje si muestra que hubo plagio en el trabajo de Tesis. Hará falta una evaluación por la Universidad Panamericana, pues es la agraviada en el asunto.

    A raíz del reportaje he leído muchas opiniones sugiriendo que no importa, si es que acaso se dio, el plagio.

    Yo tuve la oportunidad de ser maestro Universitario, del 2003 al 2012 en general, y como mis alumnos espero podrán platicar, siempre fui muy estricto con el plagio de ideas. Hacer pasar las ideas de otra persona como propias es hacerse trampa a uno mismo. Durante el tiempo que fui profesor, tuve la fortuna de contar con el Internet y herramientas ofimáticas (MS Word). Esto facilita mucho validar si algo fue plagiado, sin embargo, también es mucho trabajo hacerlo.

    Yo no recuerdo haber aprendido a citar correctamente en mi época de estudiante. Sabía que si algo lo copiaba lo tenía que poner entre comillas y poner la fuente, pero nada más. Fue hasta que empece a estudiar mi maestría, en Estados Unidos, que tuve que aprender como citar correctamente. El estilo de citas que se usa en mi campo de estudios es el de APA y la regla es fácil: Si copias algo, tienes que decir de donde; pero no puedes hacer un documento nuevo en base a copiar párrafos de otros, aunque estén bien citados. Un documento académico consiste en expresar tus ideas, y tus ideas las tiene que justificar dentro del mismo texto; o bien, explicar el resultado de la idea e indicarle al lector donde puede consultar la justificación de la misma.

    Si digo que el cielo no es azul, sino rosa, tendría que explicar en estos párrafos porque el cielo es rosa, o bien, indicar al lector en que trabajo se hace dicha justificación. También podría poner una explicación simplificada de la justificación, igual indicando mi fuente de la misma. Si la justificación es simple, contundente, o no la quiero poner en mis propias palabras, entonces puedo poner la cita textual, ahora si entre comillas, del autor original.

    Las ideas nacen de otras ideas, lo que vemos, leemos, y escuchamos nos inspiran a crear nuestras propias ideas. Literariamente, y comercialmente, esto se vuelve algo complicado pues un autor puede leer un libro y de ahí inspirarse para crear otro, que el autor original ve como una copia al suyo. Pero ese es otro tema, y para eso hay abogados especiales que se dedican a dilucidar esos casos.

    En mi época de profesor universitario era estricto con el manejo de las referencias por dos razones: mi función era ayudar a las personas que tomaban clases conmigo a pensar, a formular sus propias ideas en base al material cubierto en clase. Dos, a reconocer aquellas fuentes que los habían ayudado a formular sus argumentos; tanto por la cuestión moral de se debe de hacer, como tratando de ponerlos en los zapatos de los autores y mostrar que el hecho de robar ideas es por demás ruin.

    Nunca fue fácil como profesor que los alumnos entendieran la importancia de no plagiar. El reto no era para ellos no hacerlo, sino hacerlo de una forma en la que no me diera cuenta. Y es toma bastante tiempo revisar para darse cuenta si alguien plagio o no. Es imposible saber de memoria todas las fuentes que pueden ser copiadas. Bien podrían copiar tal cual de Wikipedia en español o del Rincón del Vago, o ser más emprendedores y buscar en Wikipedia en inglés y ellos mismos traducirlo. Al final tenía que ser más una labor de convencimiento más que de capataz. Pero vivía en un mundo donde copiar era parte social, pasarse tareas, copiar del libro, memorizar lo que alguien más dijo, comprar películas piratas. La protección de ideas era algo secundario.

    La mejor forma de darse cuenta si alguien plagia es leyendo su trabajo, normalmente hay un cambio en la redacción, en la voz, en el tono, algo salta cuando un párrafo es copiado. En temas más especializados, puede que leas un párrafo o una idea que sabes pertenece a alguien más. Pero si la función del revisor es asegurarse que el autor no plagie, entonces se esta en el lugar equivocado.

    En una tesis de licenciatura es aún más complicado andar revisando para plagiar. La función del asesor es ayudar al estudiante a profundizar sobre un tema y expresar su opinión, pero no es enseñarlo ni a pensar ni escribir documentos citando correctamente; para eso ya estuvo 8 o 9 semestres estudiando. Sin importar que en la época en la que Peña Nieto escribió su tesis era aún más complicado validar para no plagiar,  esa no era (es) la labor del asesor. Obvio, si te das cuenta regañas al estudiante y le explicas como escribir; a nivel tesis, tal vez consideres decirle que a la otra que hago algo igual se le dará de baja o se le iniciará un proceso académico. Porque la elaboración de la tesis es la última etapa de formación donde el estudiante aún puede fallar.

    Si el asesor se dio cuenta que Peña Nieto plagió, o lo asesoró para que lo hiciera. Muy mal por el asesor por haberlo permitido.

    Si el comité se dio cuenta, muy mal por el comité.

    Aunque debo admitir que no conozco a nadie que haya reprobado su examen de defensa de tesis profesional.

    Pero principalmente, muy mal por Peña Nieto. Hacer pasar una idea ajena como propia no es ético. La tesis de licenciatura es donde el estudiante pone en armonía sus conocimientos para formular sus propias ideas. Si solamente las copió, entonces su proceso de formación falló. Si el asesor le dijo que copiará, y él lo hizo, también muy mal por prestarse al juego.

    El plagio de ideas es corrupción, y si él lo hizo, entonces es parte de la corrupción.

    ¿Quien revisa las tesis de licenciatura? A menos que haya sido una tesis que gano premios o fue publicada, la tesis sólo es leída por el Asesor, a lo mejor por el comité, y por el autor. Posteriormente algún alumno que le interesa el tema, o que quiera hacer una tesis con el mismo asesor, pero conforme pasa el tiempo, la tesis se lee aún menos. Una tesis como la de Peña Nieto, no creo que haya sido leído por más cinco de personas. Aristegui fue por la tesis a buscarla, en algo que muestra un afán de venganza.

    ¿Es equivalente al los casos de los políticos que plagiaron en la tesis de doctorado y tuvieron que renunciar? No creo, la tesis de doctorado es crear nuevo conocimiento, plagiar en ella es engañar a la sociedad en general. La tesis de licenciatura es crear ideas propias, Peña Nieto se engaño a él, a su asesor, a su comité y la Universidad Panamericana. Ellos deberán revisar el caso de acuerdo a su comité de ética, y tomar las medidas que amerita.

    Creo que este caso pinta el perfil de los dos personajes principales. Peña Nieto se engañó a él mismo, y fue corrupto para lograr su título de abogado. Aristegui en un afán de venganza no dejo piedra sin voltear hasta encontrar algo que Peña Nieto hizo mal, lastima que lo que encontró no le interesa a la mayoría de los Mexicanos.


    6.08.2016

    Beast of No Nation & Niños Narco

    El fin de semana vi la película de Beasts of No Nation, que es sobre las guerras civiles en el centro de Africa (principalmente) y como las guerrillas "adoptan" a niños para que se vuelvan soldados... y parte, otra vez, de una familia.

    La película es fuerte, con algunas escenas sumamente desgarradoras, pero si la recomiendo. No es para pasar el rato, a menos que les guste mucho la violencia.

    Pueden ver el trailer aquí, sino la han visto:


    Después de ver la película me acorde mucho del "Ponchis" y otros niños sicarios mexicanos. Si no se acuerdan del Ponchis, en la liga viene un reportaje de El País sobre su liberación. Me acorde también de las diferentes reacciones, en particular con la del monero Paco Calderon:


    En resumen, metan al bote al Ponchis con todo el peso de la ley y que lo adopten quienes lo quieran rehabilitar. Mucha gente opinaba parecido, el niño esta creciendo para ser un super-delincuente, las cárceles son universidades del crimen, y si es así ahorita, que será de él y de nosotros como sociedad cuando crezca. Lo mejor es que pase su vida en la cárcel, o regresen la pena de muerte nada más para él.

    Yo no estaba (ni estoy) de acuerdo con esa visión, y por lo que entendía en ese momento, pensaba que el Ponchis era algo más parecido a un niño soldado. Y que el Estado Mexicano, entonces y ahora, tenía que tener programas para reincorporarlos a la sociedad. Al pasar los años, y leer de repente artículos de niños soldados que ahora son futbolistas profesionales o actores, creo que el estado ha estado fallando no solamente en rehabilitar a los niños; el mismo artículo de El País habla que la mayoría de los niños sicarios son asesinados al salir de la cárcel. Sino también en educar a la sociedad para entender el problema de los niños sicarios y verles como una consecuencia del problema de la violencia, pobreza e impunidad; no como la causa de la guerra del narco. Mucha gente que la escuche pedir la pena de muerte para el Ponchis, también alababa los casos de niños soldados que regresaron a una vida normal cuando leen sus artículos en Cosmo o alguna película en la tele.

    (Voy a describir la película, entonces, SPOILERS)
    Beasts of No Nation narra la historia de Agu, quien pasa de ser un niño con una infancia normal con papá, mamá, hermanos y amigos pero rodeado de una guerra civil, a un niño soldado rodeado de violadores y capaz de matar a la gente que son sus enemigos.

    Conforme la guerra civil avanza, el pueblo de Agu se va involucrando más en la guerra, aunque la gente del pueblo no quiera. De repente Agu se queda sólo con sus papá, su hermano mayor y su abuelo. Su mamá y hermanos menores huyen del pueblo rumbo a la capital.

    Después de un enfrentamiento en el pueblo, los soldados condenan y ejecutan a los hombres del pueblo a morir por su traición. Entre ellos esta Agu y su familia. Agu logra escapar, pero los demás son asesinados.

    Y ahí empieza la nueva vida de Agu, solo, con un sentimiento de injusticia. Es ahí cuando él es adoptado por las guerrillas, es ahí donde poco a poco lo envuelvan en la violencia de la guerra.  Es ahí donde le dan comida, le prometen justicia contra aquellos que mataron a su familia.

    Es ahí donde los enseñan a matar, a dividir el mundo de ellos contra nosotros. Es ahí donde proyectan sus miedos, como los de cualquier niños, a un nivel de violencia inimaginable.

    Y aunque es guerra, aunque matan y violan, hay códigos. Cuando van a un burdel, las prostitutas no le dan servicio a los más chicos pues aún son niños; aunque los más chicos ya han sido violados por el comandante del peloton.

    Al final, los niños se entregan a la ONU y en lugar de ser enviados a la cárcel, son enviados a un lugar para ser rehabilitados. Tratan de ser niños otra vez, pero no pueden olvidar a quien han matado, violado. Pero poco a poco se van reintegrando a la sociedad.

    Las similitudes con los niños sicarios: son parte de una familia que los adopta, que les da justicia. Pero no dejan de ser niños. Son niños que son llevados ahí por gente que toma ventaja de su inocencia, de su soledad. De ese sentimiento de desamparo cuando se dan cuentas que su mundo no es lo que esperaban. Del niño que deja de jugar en el crucero, al que se da cuenta que la vida no es justa con él.

    Espero el Estado Mexicano, poco a poco, les de una mejor opción de vida a todos los niños de México. Pero que les de la opción de reintegrarse a aquellos que acabaron siendo niños sicarios.



    3.30.2016

    Conversaciones en la Plataforma 1

    Conversaciones en la Plataforma - parte 1

    Pre-ambulo
    Todos los días mientras paso en el metro, veo a gente platicando en la plataforma. No tengo la menor idea de que estan diciendo porque yo estoy adentro del vagon y ellos afuera, además de que normalmente tengo audifonos y vengo escuchando algo.

    Siempre me surge la duda. ¿Qué se dirán? Principalmente cuando la conversación va a acompañada de gestos, manoteos muy amistosos o un poco agresivos, sonrisas, caras de frustración, etcetera.

    Aquí voy a escribir lo creo que se dicen.

    - No, espérate - le grita ella desde la plataforma
    - ¿Cómo? - responde la otra ella, la de rosa, la que esta por subirse al tren
    - Espérate, se me olvido decirte algo
    - Pero voy a perder el tren que paso.
    - Ok, te marco después.
    - No ya dime ¿Qué paso?
    (llega el tren del otro lado de la plataforma, va en la otra dirección)
    - Y, ¿si mejor me acompañas?
    (Silencio, se quedan viendo)
    - Adios, dice la de rosa mientras se sube al tren y se pone sus audífonos. 

    3.15.2016

    La Creación de lo Real - La Creación de lo Irreal - y Soñar

    De niño me gustaba mucho soñar despierto, crear historias y tramas donde la mayoría de las veces yo era el protagonista. Eran historias de muchos tipos, algunas veces eran sobre un presente alterno, algunas otras sobre un futuro alineado a dicho presento, o sobre un futuro basado en el presente real. Otras veces me ayudaban a entender un tema, algo que leía o aprendía lo importaba a mi Universo y creaba historias con influencias a lo que leía.

    Tristemente, creo ahora, nunca tuve la disciplina de sentarme a escribir lo que soñaba. Simplemente soñaba y tenia la capacidad de recordar la trama e historia de cada uno de esos sueños.

    Mis sueños eran estrambóticos, y mayormente, fuera de la realidad. Pero no puedo negar que donde estoy ahora tiene mucho que ver con lo que soñaba en mi niñez. No era que soñaba un plan de acción y lo implementaba, sino que tenía una idea a donde quería ir.

    Poco a poco fui perdiendo esa capacidad de soñar y crear realidades imaginarias. Aún lo hago, pero mucho menos, si acaso, un par de veces en un mes por unos pocos minutos. Poco a poco mi vida ha ido cambiando su balance entre real e imaginario. Tal vez sea la diferencia entre tomar algún psicotrópico o ser recluido en un centro de salud mental o no. Poco a poco he cambiado y en lugar de crear mundos alternos, me he dedicado a ser un consumidor únicamente de mundos alternos.

    De niño fui adicto a la televisión, la veía sin parar y consumía todo lo que me daba, pero también me daba mi espacio para crear mundos alternos. Claro, en esa época mis labores en el mundo real eran bastante limitadas: ir a la escuela, ayudar en los quehaceres de la casa limpiando del patio las decoraciones diarias de los perros, asistir a clases de algún deporte donde lo más seguro es que fuera malísimo y ver la televisión. Tenía tiempo para soñar, y con un poco de habilidad, mis actividades reales también me permitían soñar. Por ejemplo, podía limpiar el patio, un trabajo bastante monótono, mientras mi mente estaba completamente en otro lado.

    Poco a poco además de ver la televisión me dedique a consumir mundos alternos mediante videojuegos y libros. Pero nunca descuidando mis mundos imaginarios.

    Conforme paso el tiempo, mis actividades reales fueron mayores y demandaban más mi presencia mental. Era imposible soñar mientras estudiaba Cálculo en la Universidad o me iba de farra con mis amigos. Poco a poco deje de crear realidades para dedicarme únicamente a vivir en la mía y consumir las de otros.

    Hoy extraño esa capacidad creadora de sueños.

    Mi trabajo de investigación es enfocado a la creación, pero, pero, no construyes mundos paralelos ni imaginarios. Construyes sobre tu mundo real, con las reglas y los lineamientos del mundo real. Mi trabajo de desarrollo de productos digitales es parecido, construyes sobre la realidad. La alteras, pero ya no sueño.

    Ahora soy un consumidor, veo Netflix, leo los periódicos, mi vida profesional ha cambiado. Las redes sociales me han vuelto un consumidor bárbaro de lo diario, dejando el espacio de reflexión a unas cuentas líneas que acompañan a un retuit, una foto del día a día o una publicación compartida.

    Consumir ha enriquecido mi realidad, creo en lo que creo, por lo que leo, lo que veo, lo que escucho me invitan a reflexionar sobre el mundo en el que vivo y el mundo en el quiero vivir. Ahora puedo crear sobre mi realidad, pero ya no sueño esos mundos alternos.

    Hoy, ya no sueño, ya no creó.

    Hoy escuchaba a mi hija jugar sola en el cuarto, escuchaba nuevamente esa capacidad creadora de sueños y mundos no existentes.

    Hoy por eso he decidido tratar de activar nuevamente ese músculo soñador que se esta atrofiando. Además, quiero ponerle algo de la disciplina que no tuve en antes. Quiero documentar mis sueños. Como sea que esto pueda llegar a ser, pero que queden documentados.

    Voy a empezar con lo fácil, escribiendo lo que creo de mi realidad y creando sobre ella. De lo que llego a consumir, quiero que la acompañe algo de lo que creo. No nada más los 140 caracteres de Twitter ni el comentario corto para Facebook o la foto sin contexto de Instagram. Algo que permita decir, lo que estoy consumiendo no es sólo para mi, es para alguien más que lo pueda leer en algún momento. Estoy lleno de blogs, les voy a dar uso para reactivar mi actividad soñadora.

    Hoy el mundo real me llena de responsabilidades que acepto con amor: mi familia. Y de otras que acepto con pasión y entusiasmo: mi trabajo y mis amigos. No me puedo desconectar de lo real para irme a soñar, una porque no puedo, y otra porque no quiero. Me gusta mi realidad. A lo mejor antes ese no era el caso, o al menos no creo que fuera al 100%. Simplemente extraño soñar.

    Entonces, me dispongo a usar mis blogs para crear sobre lo que consumo y enriquecer mi realidad, y poco a poco ir dedicando espacios también para soñar.

    Hoy a tres años de que falleció mi papá, extraño saber que pensaba sobre muchas cosas. En los últimos meses de su vida platique con él para tratar de entender mejor quien era. Pero él era una persona difícil de abrir. ¿Qué soñaba de niño? ¿Qué quería? ¿Que objetivos tenía? ¿Qué pensaba sobre lo mucho que leía y veía?

    Hoy quiero documentar mis sueños, mis pensamientos, mi realidad y mis creaciones, tal vez en el futuro alguien tenga un interés sobre ellos.