5.01.2006

Reflexiones para anular el voto

Siguiendo con el tema futbolero.

En los súper-clásicos Chivas-América no me importan quien gane, de hecho desearía que los dos perdieran, pero mínimo espero disfrutar un buen partido de fútbol. Soy pésimo jugando fútbol, casi una vergüenza nacional y latinoamericana, pero me encanta verlo y analizarlo.

En estas elecciones, como en las del 2003 y el 2000, no me siento representado por ninguno de los candidatos ni los partidos; simplemente no me gusta ninguno. Siento que este año cada partido hizo un esfuerzo grande para que cada uno de sus candidatos fuera un gran reflejo de sus estereotipos, al igual que sus listas a senadores.

No me gusta Madrazo por su exceso de cinismo. Votar por él simplemente no es una opción. Votar por el PRI con Carlos Romero en la lista sería únicamente posible si yo fuera Romero Deschamps o algún beneficiario de su fuero.

No me gusta el Peje por su argumento de que el mundo esta en contra suya. Hay razones de fondo para que no lo quiera escoger como presidente, pero todas ellas se ven reflejadas en ese simple comportamiento. Tal vez sea cierto que el mundo esta en su contra, pero su estrategia para enfrentar el problema no es la que me gusta en un presidente. Además, creo, representa esa falta de habilidades de negociación y se me figura el niño que recoge sus juguetes porque sus amiguitos no jugaron como el quería. Eso sin tomar en cuenta que votar por el Peje le da oxigeno puro (en forma de muchos pesos) al PT y Convergencia.

No me gusta Calderón por su exceso de mochismo. No me gustó la conducción que tuvo Fox con el gobierno, su falta de fuerza en los temas importantes donde tuvo que haber tomado decisiones políticas y por miedo o que sé yo no las tomó. No me gustó que le hubiera organizado un complot al Peje y que luego se hayan retractado. No porque estuviera de acuerdo con el desafuero, sino porque un presidente no puede tomar decisiones a medias, y menos tan poco analizadas como esa. No me gusta la posición de Martha Sagahún y la defensa que el PAN hace de ella. Veo en Calderón más de lo mismo, nada más como un jinete más chaparrito pero igual de dicharachero.

Usualmente creía que las cámaras eran un contrapeso del presidente. Donde el presidente demostrando su habilidad política era capaz de aprobar las leyes necesarias. En estos periodos de sesiones me he dado cuenta que ni el presidente se pone de acuerdo con las cámaras ni con los partidos. No son un contrapeso, son un ente extraño que sabrá dios que hace, pues no se fijan que aceptan o que rechazan (ley de medios para un ejemplo).

No veo en las listas de plurinominales un contrapeso a ninguno de los candidatos. La lista del PAN va encabezada por Santiago Creel, uno de los peores secretarios de gobernación que recuerdo; seguido por Ramón Muñoz, el arquitecto de los escombros foxistas; y demás gente afín al proyecto foxista que no veo como contrapeso para Felipe y solamente como contreras para el Peje, dependiendo quien gane.

Las listas del PRD se me hacen lo más cercano al vender su alma al diablo. No se si unos votos, tal vez millones de ellos, valen la pena incluir a gente como José Guadarrama o Vega Galina en sus listas. Solamente me puedo imaginar lo peor cuando en busca de aprobar alguna iniciativa entren a su proceso de negociación. Además, no puedo dejar de recordar la actitud de la asamblea del D.F. cuando el Peje era el jefe del gobierno. Si los del DF eran felices con un poder legislativo así, no es lo que yo quiero para la federación.

Me gustaría votar por Alternativa Social y Campesina, pero ellos no son un contrapeso para el presidente. Son la voz de una minoría en México que debe de ser escuchada en las cámaras. Votaría por ellos con gusto si viera mejores listas tanto en el PRD o en el PAN.

Día a día me convenzo más de que el sistema político solamente representa a los partidos políticos, y no a los ciudadanos. Como yo no me siento representado por ninguno de los partidos políticos y mucho menos soy miembro de ellos, creo que tal como en el fútbol, sólo me queda ser aficionado y ver el partido. Ir a votar, pero no tomar afición por nadie, sino simplemente sentarse y disfrutar de un espectáculo entretenido.

No se que pase si la gente va a votar y anula su voto. Sería el equivalente a que gane la ignorancia en el Maratón. Creo que la abstención muestra una apatía, anular el voto muestra interés, pero que no estamos de acuerdo con las reglas del juego.

Lamentablemente se requiere que sean los partidos los que tienen que cambiar las reglas del juego, y pues para ello tendrían que representar los intereses de los ciudadanos y no de los partidos.