De niño me gustaba mucho soñar despierto, crear historias y tramas donde la mayoría de las veces yo era el protagonista. Eran historias de muchos tipos, algunas veces eran sobre un presente alterno, algunas otras sobre un futuro alineado a dicho presento, o sobre un futuro basado en el presente real. Otras veces me ayudaban a entender un tema, algo que leía o aprendía lo importaba a mi Universo y creaba historias con influencias a lo que leía.
Tristemente, creo ahora, nunca tuve la disciplina de sentarme a escribir lo que soñaba. Simplemente soñaba y tenia la capacidad de recordar la trama e historia de cada uno de esos sueños.
Mis sueños eran estrambóticos, y mayormente, fuera de la realidad. Pero no puedo negar que donde estoy ahora tiene mucho que ver con lo que soñaba en mi niñez. No era que soñaba un plan de acción y lo implementaba, sino que tenía una idea a donde quería ir.
Poco a poco fui perdiendo esa capacidad de soñar y crear realidades imaginarias. Aún lo hago, pero mucho menos, si acaso, un par de veces en un mes por unos pocos minutos. Poco a poco mi vida ha ido cambiando su balance entre real e imaginario. Tal vez sea la diferencia entre tomar algún psicotrópico o ser recluido en un centro de salud mental o no. Poco a poco he cambiado y en lugar de crear mundos alternos, me he dedicado a ser un consumidor únicamente de mundos alternos.
De niño fui adicto a la televisión, la veía sin parar y consumía todo lo que me daba, pero también me daba mi espacio para crear mundos alternos. Claro, en esa época mis labores en el mundo real eran bastante limitadas: ir a la escuela, ayudar en los quehaceres de la casa limpiando del patio las decoraciones diarias de los perros, asistir a clases de algún deporte donde lo más seguro es que fuera malísimo y ver la televisión. Tenía tiempo para soñar, y con un poco de habilidad, mis actividades reales también me permitían soñar. Por ejemplo, podía limpiar el patio, un trabajo bastante monótono, mientras mi mente estaba completamente en otro lado.
Poco a poco además de ver la televisión me dedique a consumir mundos alternos mediante videojuegos y libros. Pero nunca descuidando mis mundos imaginarios.
Conforme paso el tiempo, mis actividades reales fueron mayores y demandaban más mi presencia mental. Era imposible soñar mientras estudiaba Cálculo en la Universidad o me iba de farra con mis amigos. Poco a poco deje de crear realidades para dedicarme únicamente a vivir en la mía y consumir las de otros.
Hoy extraño esa capacidad creadora de sueños.
Mi trabajo de investigación es enfocado a la creación, pero, pero, no construyes mundos paralelos ni imaginarios. Construyes sobre tu mundo real, con las reglas y los lineamientos del mundo real. Mi trabajo de desarrollo de productos digitales es parecido, construyes sobre la realidad. La alteras, pero ya no sueño.
Ahora soy un consumidor, veo Netflix, leo los periódicos, mi vida profesional ha cambiado. Las redes sociales me han vuelto un consumidor bárbaro de lo diario, dejando el espacio de reflexión a unas cuentas líneas que acompañan a un retuit, una foto del día a día o una publicación compartida.
Consumir ha enriquecido mi realidad, creo en lo que creo, por lo que leo, lo que veo, lo que escucho me invitan a reflexionar sobre el mundo en el que vivo y el mundo en el quiero vivir. Ahora puedo crear sobre mi realidad, pero ya no sueño esos mundos alternos.
Hoy, ya no sueño, ya no creó.
Hoy escuchaba a mi hija jugar sola en el cuarto, escuchaba nuevamente esa capacidad creadora de sueños y mundos no existentes.
Hoy por eso he decidido tratar de activar nuevamente ese músculo soñador que se esta atrofiando. Además, quiero ponerle algo de la disciplina que no tuve en antes. Quiero documentar mis sueños. Como sea que esto pueda llegar a ser, pero que queden documentados.
Voy a empezar con lo fácil, escribiendo lo que creo de mi realidad y creando sobre ella. De lo que llego a consumir, quiero que la acompañe algo de lo que creo. No nada más los 140 caracteres de Twitter ni el comentario corto para Facebook o la foto sin contexto de Instagram. Algo que permita decir, lo que estoy consumiendo no es sólo para mi, es para alguien más que lo pueda leer en algún momento. Estoy lleno de blogs, les voy a dar uso para reactivar mi actividad soñadora.
Hoy el mundo real me llena de responsabilidades que acepto con amor: mi familia. Y de otras que acepto con pasión y entusiasmo: mi trabajo y mis amigos. No me puedo desconectar de lo real para irme a soñar, una porque no puedo, y otra porque no quiero. Me gusta mi realidad. A lo mejor antes ese no era el caso, o al menos no creo que fuera al 100%. Simplemente extraño soñar.
Entonces, me dispongo a usar mis blogs para crear sobre lo que consumo y enriquecer mi realidad, y poco a poco ir dedicando espacios también para soñar.
Hoy a tres años de que falleció mi papá, extraño saber que pensaba sobre muchas cosas. En los últimos meses de su vida platique con él para tratar de entender mejor quien era. Pero él era una persona difícil de abrir. ¿Qué soñaba de niño? ¿Qué quería? ¿Que objetivos tenía? ¿Qué pensaba sobre lo mucho que leía y veía?
Hoy quiero documentar mis sueños, mis pensamientos, mi realidad y mis creaciones, tal vez en el futuro alguien tenga un interés sobre ellos.
Tristemente, creo ahora, nunca tuve la disciplina de sentarme a escribir lo que soñaba. Simplemente soñaba y tenia la capacidad de recordar la trama e historia de cada uno de esos sueños.
Mis sueños eran estrambóticos, y mayormente, fuera de la realidad. Pero no puedo negar que donde estoy ahora tiene mucho que ver con lo que soñaba en mi niñez. No era que soñaba un plan de acción y lo implementaba, sino que tenía una idea a donde quería ir.
Poco a poco fui perdiendo esa capacidad de soñar y crear realidades imaginarias. Aún lo hago, pero mucho menos, si acaso, un par de veces en un mes por unos pocos minutos. Poco a poco mi vida ha ido cambiando su balance entre real e imaginario. Tal vez sea la diferencia entre tomar algún psicotrópico o ser recluido en un centro de salud mental o no. Poco a poco he cambiado y en lugar de crear mundos alternos, me he dedicado a ser un consumidor únicamente de mundos alternos.
De niño fui adicto a la televisión, la veía sin parar y consumía todo lo que me daba, pero también me daba mi espacio para crear mundos alternos. Claro, en esa época mis labores en el mundo real eran bastante limitadas: ir a la escuela, ayudar en los quehaceres de la casa limpiando del patio las decoraciones diarias de los perros, asistir a clases de algún deporte donde lo más seguro es que fuera malísimo y ver la televisión. Tenía tiempo para soñar, y con un poco de habilidad, mis actividades reales también me permitían soñar. Por ejemplo, podía limpiar el patio, un trabajo bastante monótono, mientras mi mente estaba completamente en otro lado.
Poco a poco además de ver la televisión me dedique a consumir mundos alternos mediante videojuegos y libros. Pero nunca descuidando mis mundos imaginarios.
Conforme paso el tiempo, mis actividades reales fueron mayores y demandaban más mi presencia mental. Era imposible soñar mientras estudiaba Cálculo en la Universidad o me iba de farra con mis amigos. Poco a poco deje de crear realidades para dedicarme únicamente a vivir en la mía y consumir las de otros.
Hoy extraño esa capacidad creadora de sueños.
Mi trabajo de investigación es enfocado a la creación, pero, pero, no construyes mundos paralelos ni imaginarios. Construyes sobre tu mundo real, con las reglas y los lineamientos del mundo real. Mi trabajo de desarrollo de productos digitales es parecido, construyes sobre la realidad. La alteras, pero ya no sueño.
Ahora soy un consumidor, veo Netflix, leo los periódicos, mi vida profesional ha cambiado. Las redes sociales me han vuelto un consumidor bárbaro de lo diario, dejando el espacio de reflexión a unas cuentas líneas que acompañan a un retuit, una foto del día a día o una publicación compartida.
Consumir ha enriquecido mi realidad, creo en lo que creo, por lo que leo, lo que veo, lo que escucho me invitan a reflexionar sobre el mundo en el que vivo y el mundo en el quiero vivir. Ahora puedo crear sobre mi realidad, pero ya no sueño esos mundos alternos.
Hoy, ya no sueño, ya no creó.
Hoy escuchaba a mi hija jugar sola en el cuarto, escuchaba nuevamente esa capacidad creadora de sueños y mundos no existentes.
Hoy por eso he decidido tratar de activar nuevamente ese músculo soñador que se esta atrofiando. Además, quiero ponerle algo de la disciplina que no tuve en antes. Quiero documentar mis sueños. Como sea que esto pueda llegar a ser, pero que queden documentados.
Voy a empezar con lo fácil, escribiendo lo que creo de mi realidad y creando sobre ella. De lo que llego a consumir, quiero que la acompañe algo de lo que creo. No nada más los 140 caracteres de Twitter ni el comentario corto para Facebook o la foto sin contexto de Instagram. Algo que permita decir, lo que estoy consumiendo no es sólo para mi, es para alguien más que lo pueda leer en algún momento. Estoy lleno de blogs, les voy a dar uso para reactivar mi actividad soñadora.
Hoy el mundo real me llena de responsabilidades que acepto con amor: mi familia. Y de otras que acepto con pasión y entusiasmo: mi trabajo y mis amigos. No me puedo desconectar de lo real para irme a soñar, una porque no puedo, y otra porque no quiero. Me gusta mi realidad. A lo mejor antes ese no era el caso, o al menos no creo que fuera al 100%. Simplemente extraño soñar.
Entonces, me dispongo a usar mis blogs para crear sobre lo que consumo y enriquecer mi realidad, y poco a poco ir dedicando espacios también para soñar.
Hoy a tres años de que falleció mi papá, extraño saber que pensaba sobre muchas cosas. En los últimos meses de su vida platique con él para tratar de entender mejor quien era. Pero él era una persona difícil de abrir. ¿Qué soñaba de niño? ¿Qué quería? ¿Que objetivos tenía? ¿Qué pensaba sobre lo mucho que leía y veía?
Hoy quiero documentar mis sueños, mis pensamientos, mi realidad y mis creaciones, tal vez en el futuro alguien tenga un interés sobre ellos.