9.25.2011

El Duende


¿pero cómo? - le pregunté

el duende, sin dejar de masticar aquella cosa verde que comía, y con esa actitud tan altanera, clásica de los duendes, me dijo:

-pues así, llegas y lo haces
y, ¿no duele? - le repliqué
-¡claro que duele! - gritó mientras daba un salto zafándose de su posición de flor de loto... se acercó a la orilla de la piedra y me miró directo a los ojos... y despues de un momento repitió:
-claro que duele- la cara me quedó llena de esa cosa verde que comía.

El duende recogió su sombrero, el cual perdió durante el brinco, se lo encascó y empezó a retirarse. Al llegar a la orilla del hoyo de su madriguera se paró, me volteó a ver, le dió otra mordida a la cosa verde y me murmuró:

- ya sabes que hacer, solo hazlo y deja de quejarte...

Septiembre 2002
Medford, MA